En este contexto, los adolescentes utilizan símbolos satánicos como el pentagrama invertido, objetos de la misa negra
o la imaginería demoníaca para conseguir una imitación del satanismo.
Esta es una experiencia liminal (perceptible por los sentidos), pensada
para impactar a los individuos susceptibles y no implica un interés real
por los ritos, el simbolismo y la filosofía de las diversas formas de
prácticas religiosas satánicas citadas anteriormente. Arnold Markowitz
insinúa que esos adolescentes están al borde de sufrir un trastorno límite de la personalidad o están relacionados con problemas de salud mental, dificultades por el abuso de sustancias, trastorno por déficit de atención con hiperactividad u otras dificultades del aprendizaje que pueden conducir a la autolesión. El satanismo adolescente puede evolucionar dependiendo de cada
individuo. Los jóvenes involucrados en este puede que hayan sido
inculcados por la música, pero luego interesados leyendo la Biblia negra
o satanica de Anton Szvandor Lavey. Sin embargo, no se conocen
suficientes casos concretos en los que tal afición haya degenerado en
formas agresivas del satanismo; de hecho, la sencillez (y complejidad
potencial) de algunas tesis de la filosofía laveyana pueden servir como
base para una reflexión filosófica más profunda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario